31 de mayo de 2014

Por un sexo consciente, más allá de lo penecéntrico

La Contra de la Vanguardia con Francesc Granja del miércoles 26 de junio de 2013

“Yo iba a piñón fijo: empresa, sexo, cama, pim pam”

Tengo 51 años. Barcelonés. Licenciado en Ciencias Empresariales y máster por Esade. He sido un ejecutivo de marketing. Ahora me dedico a conversaciones genuinas, escribir y dar charlas. Tengo novia. En política hay poca autenticidad. Creo en una conciencia universal.

Yo era el típico ejecutivo de multinacional en ascenso.
… Buena planta, buen trabajo, sexo, amigos… Me casé y a los 30 años me enviaron de directivo a Portugal.

Casa fantástica, coche fantástico…

Sí, y tarjeta de crédito fantástica. Empiezo a trabajar como un loco y a correr, correr todo el rato hasta que me pararon.

¿En una autopista?

Sí. Eran las siete de la tarde, salía de una reunión en Oporto y quería llegar a la hora de cenar a casa, a Lisboa. Lluvia torrencial…, mi mente analizaba la reunión, iba a toda velocidad y me topé con un camión accidentado: volantazo, vueltas de campana…

Shock.

Me quedo tetrapléjico. Mi mujer no acepta la nueva situación: separación. Así empiezo un proceso de cambio personal que no se materializa hasta al cabo de ocho años.

¿Amaba usted a su mujer?

Christopher Reeve escribió un libro en el que explicaba cómo tras su accidente su mujer se enamoró todavía más de él. Al leerlo lloraba como un niño, estaba enamorado de mi mujer. Fue un inmenso duelo.

¿Cómo se teje ese cambio personal?

Me doy cuenta de que la mayoría de mis decisiones no eran mías, hacía lo que tocaba. Decido formarme como coach en EE.UU.

Íntimamente, ¿qué tuvo que afrontar?

El “a mí nadie me va a querer; no tengo sensibilidad del pecho hacia abajo y por tanto no soy un hombre, no puedo dar placer, no puedo dar nada”.

¿Lo probó?

Sí, fue un desastre. Asumí que era un frígido impotente e incompetente: incapaz de tener deseo sexual, de realizar el coito y de satisfacer a una mujer.

Doloroso.

Pero conocí a una mujer que no buscó en mí la parte genital, sino la sensorial: los largos besos, las caricias, el tiempo dilatado. Cosas de las que yo no tenía ni idea. Yo iba a piñón fijo: empresa, sexo, cama, pim pam.

Ya.

Descubrí otra manera de relacionarme con las mujeres infinitamente más satisfactoria. Ambos salíamos de rupturas dolorosas, así que no había prisa por consumar, nos dedicábamos a conocernos, a conectar, hasta que de manera natural se produjo la primera relación y descubrí la mujer, sus puntos erógenos, los mios…. Hasta entonces yo era penecéntrico. Sexo era igual a pene.

Es bastante común...

En diez años coaching he conocido a muchas mujeres y todas confiesan les gustaría más la complicidad con su pareja, que no sólo haya penetración, que haya compenetración. Nosotros vemos el sexo como una descarga y no como una carga de energía.

¿Cómo lo ve usted ahora?

He descubierto el sexo consciente. La sexualidad está en cualquier parte del cuerpo. He llegado a tener y provocar orgasmos acariciándonos la yema de los dedos e incluso sin tocarnos.

Eso es el éxtasis.

La mujer es un ser herido arquetípicamente: para defenderse de la insensibilidad del hombre, se cierra. Pero el hombre también es un ser autolesionado por el tengo que: ser activo, proveedor… La emoción, la caricia se lee como un signo de debilidad.

¿El sexo es ahora mejor que antes?

Yo no lo cambio. La metamorfosis de mi sexualidad, más allá de la tetraplejia, o quizás gracias a ella, ha pasado por la toma de conciencia, por el despertar energético y emocional, sin lo cual mi pene seguiría siendo el foco de mi atención y frustración.

Entiendo.

Cuando dejé de buscar el placer en la vagina de mi compañera y lo descubrí en cada una de las terminaciones nerviosas de su boca, pude quitarme el pene de la cabeza y devolverlo a su lugar. Alcemos la vista y miremos a nuestra pareja: escuchémosla, acariciémosla, saboreémosla.

Aboga por relaciones auténticas.

Es la manera; si no, la vida es tan complicada que acaba separándote. Mire, yo siempre he temido al abandono, mi primer amor me dejó, luego mi mujer, así que para evitar ese dolor abandonaba yo. Cuando conocí a mi novia lo primero que hice fue contárselo. Entonces ella me dijo lo que nunca le había dicho a nadie. Hay que dar ese primer paso.

Hay que comunicarse.

Hay que dejarse ir, soltar, explicar: estas son mis miserias, estos mis miedos, estas mis ilusiones. Expliquémonos, déjame ver quién eres y ahí podré descubrir que hay otra manera de relacionarme contigo y conmigo a nivel corporal.

Del coaching derivó usted a las conversaciones genuinas.

Dejé de decirle a la gente lo que tenía que hacer y escuché. Utilizo la conversación para que el otro pueda conectar con su autenticidad, así ocurren los cambios; pero para eso has de ofrecer tú también autenticidad.

¿Cuál cree que es el mayor problema de las relaciones de pareja?

Tenemos conversaciones de ascensor, por mil razones
que se resumen en una: miedo.

Ima Sanchís

7 de marzo de 2014

Sobre la Aceptación

Acepto que quieras ayudarme,
no acepto que me impongas tu manera de hacer.
Acepto que tengamos opiniones diferentes,
no acepto que me impidas expresar las mías.
Acepto que tengamos gustos diferentes,
no acepto que desvalores los míos.
Acepto que tus experiencias sean lo que para ti prevalezca,
no acepto que desmientas las mías.
Acepto que te ofrezcas a ello,
no acepto que me exijas a cambio.
Acepto que puedas sentir ira,
pero ante mi dolor,
no enfurezcas.
Todo acto de anular, cohibir,
imponer, manipular
la conducta de otro,
se considera
un acto de violencia. 















 Isabel M Chueco Ruiz.

5 de febrero de 2014

Los más pequeños

Me gusta cuando me abrazas,
me enseñas a abrazar,
y cuando me sonríes,
me enseñas a sonreír.

Me gusta cuando me esperas,
y permites mi ritmo,
soy pequeño
yo te puedo enseñar a disfrutar de las pequeñas cosas.

Me gusta cuando me marcas límites con ternura,
aprendo a respetar
y crezco aprendiendo a ser respetadp.

Me gusta cuando no estás de acuerdo conmigo y
dulcemente me lo haces saber,
aprendo a dar mi opinión
y a escuchar la de otros.

Me gusta cuando me llega tu amor,
me siento válido,
me siento merecido,
me siento feliz,
me enseñas amar.

 Isabel María Chueco Ruiz

24 de enero de 2014

Más allá

Los errores no se niegan, los errores se asumen
la tristeza no se sufre, la tristeza se deja marchar,
el miedo no se esconde, el miedo se libera,
el amor no se habla, el amor se demuestra,
la vida no se cuenta, la vida se vive.

Isabel M Chueco